Escrito por: Martha Pardo
Las artes forman
parte de cada ser humano, por nuestra venas sin duda corre algún talento así no
se haya descubierto. Cada uno de nosotros tenemos la capacidad de crear,
danzar, escribir, pintar, indiscutiblemente unos se desarrollan mejor que otros
pero, lo que sí es seguro es que cada mujer y hombre tienen la capacidad de
hacer y ser arte.
La historia ha sido
la encargada de hacernos viajar a otros tiempos para descubrir autores y
artistas que han dejado un legado magnifico, personajes que dedicaron sus vidas
a enriquecer nuestro mundo con obras que después de 400 años, quizás más,
siguen siendo deslumbrantes para la sociedad.
Ahora que sucede
con todos aquellos artistas que nunca conocimos, con todo ese talento que ni
antes ni ahora se ha explotado, ¿el mundo no se estará perdiendo de conocer
grandes artistas? Seguramente sí y es ahí donde la educación funge como
protagonista. Una formación académica ligada a las artes vuelve al individuo
sensible, tolerante, abierto a un sinfín de posibilidades, aunado a que este
tipo de formación desarrolla ese talento intrínseco que se encuentra en cada
uno de nosotros. Por otra parte la educación familiar es de suma importancia,
un niño que crece en un hogar donde las manifestaciones artísticas sean
enaltecidas y sobre todo, donde no existan prejuicios ante las inquietudes de
querer hacer arte, es un niño libre que crecerá con un criterio basado en el
valor de la expresión más hermosa que existe, el arte.
En un mundo donde
parece que todo sucede con demasiada prisa, conservar el legado de los grandes
maestros es una labor admirable, pero lo es aún más el que como sociedad
queramos cosechar esa semilla de talento que descansa en cada uno de nosotros.
El arte, verdadero
y grandioso, hace de la humanidad única y de este nuestro mundo, un lugar mejor
para vivir. No todos podemos vivir del arte, pero sin duda todos y cada uno
somos artistas de la vida, y como tales debemos preservar, dejar de lado los
prejuicios rompiendo paradigmas, creando
nuevos métodos de aprendizaje basados en el arte, compartiendo conocimientos, siguiendo
los pasos de grandes maestros, generando nuevas ideas. Como seres humanos
estamos en constante cambio, si basamos ese cambio en que la filosofía de las
artes nos glorifica como sociedad, entonces habremos evolucionado.